Lillian E. Agosto Maldonado
Especial para Mi Puerto Rico Verde
Katia R. Avilés-Vázquez no recuerda un momento en que no haya estado interesada en el ambiente. Sus inicios como apasionada de la naturaleza se remontan a su niñez cuando “esgranaba gandures” con su hermana y su abuela en el patio de su casa en San Juan.
“Recuerdo a las tres ‘trabajando’ para preparar los gandules que luego se convertirían en nuestra comida o en la semilla que utilizaríamos para sembrar en el mismo patio; recuerdo también a mi hermana y yo comiéndonos los gandules crudos y abuela diciendo que no podíamos seguir comiéndolos así porque nos crecería un palito de gandules adentro”, dijo Avilés-Vázquez.
A sus 37 años, Katia asegura que toda la vida ha experimentado la causa ambiental. Sin embargo, estableció que el inicio formal de esta etapa en su vida, se remonta a la creación del primer Club de Ecología en su escuela superior en la adolescencia.
Su contacto temprano con la naturaleza, sirvió de vínculo para unir a Katia con su actual rol como directora ejecutiva de la Oficina del Bosque Modelo Nacional de Puerto Rico. Con dos meses al mando, Avilés aseguró que han concretado una gran diversidad de logros.
“Ha sido increíble ver a la gente dispuesta a trabajar por lograr una meta en común, que realmente potencie la conservación de nuestros recursos naturales; y por sentirse y ser parte de una solución, de algo que es más grande que todos nosotros… más que la mera suma de las partes”, expresó a Mi Puerto Rico Verde.
Para la doctora en Geografía y Ambiente, el Bosque Modelo representa no solo una alternativa ambiental, sino una manera de hacer las cosas que parte de la integración de la gente. “Sin la participación activa de todos, no habría Mesa Multisectorial o Bosque Modelo y la gente que ha sido parte del proceso está bien clara”, añadió.
Según Avilés, el proyecto presenta posibilidades para la conservación del paisaje y es palpable.
“Ya hemos hecho el ejercicio y estamos claros en lo que no queremos. No queremos minas, no queremos más dependencia en combustibles fósiles, no queremos desparrame urbano, no queremos la desaparación de nuestras costas. Estamos listos para las alternativas de lo que sí queremos, sí a un desarrollo sustentable, sí a la agricultura sustentable, a la participación comunitaria, estas alternativas que viabilizan respuestas y propuestas a la crisis nos atraen en lo individual y cuajan las redes e interacciones del grupo mayor”, precisó.
Preocupada por la integración del conocimiento científico atendiendo sensibilidades y contextos sociales, Katia tiene la inquietud de fortalecer las distintas áreas ambientales creando balance entre los distintos sectores.
“Hoy esa relación de contexto socio-económico y político y su impacto, o posible impacto, en el ambiente, se refleja en la amenaza de un posible uso de las tierras puertorriqueñas en conservación como garantías de préstamos. Esto puede echar para atrás décadas de luchas ambientales y de recuperación ambiental”, comentó.
Un porvenir integrador
Para Avilés, el movimiento social ambiental que se está dando desde la base comunitaria es amplio y diverso.
“Esto nos da un poder increíble, permanencia y estabilidad a pesar de cualquier vaivén político e incluso a pesar de la crisis económica. Este movimiento tiene el potencial de ayudarnos a desarrollar nuevas estrategias para afrontar los retos que vienen como aquellos asociados al cambio climático”, especificó.
Sin embargo, la ambientalista aseguró que es la falta de control sobre los recursos es la que puede lacerar fuertemente estos procesos. “Es por eso que iniciativas como el Bosque Modelo y los acuerdos de comanejo que se están trabajando facilitan el proceso de poner las herramientas de toma de decisiones en las manos de la gente, acostumbrándonos a formar parte de ese proceso”, dijo.